El matador de toros peruano Juan Carlos Cubas, se recupera satisfactoriamente de la cornada sufrida en el muslo izquierdo el domingo en Acho.
En la habitación Nº 276 de la clínica El Golf de San Isidro, conversamos brevemente con el menudo pero enrazado diestro, que bajo el solícito cuidado de su madre, doña Rosita Monge, supera el trance de su bautismo de sangre.
Una cornada siempre es una cornada, pero esta te valió un nuevo triunfo en Acho…
Así es. Después que el toro salió del caballo lo tuve claro. La puerta grande me esperaba al precio que fuere. No me arrepiento y más porque fue en Acho, donde creo que siempre he dado la cara…
El marrajo tuvo algunos pases por el derecho, pero cuando cogiste la muleta con la otra mano, sacó la mala leche que llevaba dentro…
El toro traía peligro y de eso fui consciente. Al intentar rematar con el de pecho sólo sentí la quemazón de la cornada y de allí la conmoción… Mis compañeros querían llevarme a la enfermería pero por nada del mundo quise ese final. A veces los triunfos tienen que costar sangre…
Algún otro percance serio sufrido con anterioridad…
Sólo el de Cali, cuando novillero. Aquella vez un novillo me partió el tabique y la pasé muy mal por las molestias de la convalecencia y todo eso. De allí lo del domingo y ojalá en adelante los toros no me peguen mucho…
En la habitación Nº 276 de la clínica El Golf de San Isidro, conversamos brevemente con el menudo pero enrazado diestro, que bajo el solícito cuidado de su madre, doña Rosita Monge, supera el trance de su bautismo de sangre.
Una cornada siempre es una cornada, pero esta te valió un nuevo triunfo en Acho…
Así es. Después que el toro salió del caballo lo tuve claro. La puerta grande me esperaba al precio que fuere. No me arrepiento y más porque fue en Acho, donde creo que siempre he dado la cara…
El marrajo tuvo algunos pases por el derecho, pero cuando cogiste la muleta con la otra mano, sacó la mala leche que llevaba dentro…
El toro traía peligro y de eso fui consciente. Al intentar rematar con el de pecho sólo sentí la quemazón de la cornada y de allí la conmoción… Mis compañeros querían llevarme a la enfermería pero por nada del mundo quise ese final. A veces los triunfos tienen que costar sangre…
Algún otro percance serio sufrido con anterioridad…
Sólo el de Cali, cuando novillero. Aquella vez un novillo me partió el tabique y la pasé muy mal por las molestias de la convalecencia y todo eso. De allí lo del domingo y ojalá en adelante los toros no me peguen mucho…