Rubén Darío Villafraz
Diario Frontera
Todo era confusión. Por un lado había niños llorando en el tendido, por el otro, en el callejón se preguntaban muchos por qué desde un principio se pautó el festejo con erales a muerte y por qué se dio el festejo con novillos casi como para un festival con matadores. Ante ellos, la terna de niños actuantes se vio desbordada por momentos, no colaborando así mismo en labores de peonaje la cuadrilla de subalternos actuantes.
Durante la lidia del cuarto novillo, desde lo alto del tendido se escuchaba, por parte de uno de los miembros de la Comisión Taurina, la suspensión del festejo. Minutos antes se había acordado que al resto de los novillos no se les daría muerte en el ruedo.
Lo cierto de la situación es que el debut en Venezuela del fenómeno publicitario Michelito Lagravere ha quedado truncado por la dificultad y asperezas de los utreros de la ganadería de Rancho Grande que se trajeron al espectáculo.
La expectación era evidente. Muchos padres y madres llevaron sus niños para ver un espectáculo donde la ingenuidad y cualidades de tres niños de sobrado valor harían en el ruedo. Pero otro fue el panorama que se encontraron, sobre todo cuando durante la lidia del niño peruano Andrés Roca Rey, hasta en tres ocasiones, se vio en zozobra y volteado con fuerza por un astado que poco a poco desarrolló complicaciones.
Previamente, Lagravere había despachado el primero de la noche, donde, vestido de charro, lanceó y pasó de capa y muleta con sobrado oficio el eral. Le pasaportó con brevedad y a sus manos una oreja.
Andrés Roca Rey se las tuvo que ver con un eral que siempre le tuvo a merced. Lo hizo al realizar quite en los medios, siendo volteado espectacularmente, volviendo de nuevo a la cara del toro, tras varios minutos de atenciones en las proximidades de tablas.
Cuando pasaba de muleta, el astado que le cortaba viaje por el derecho, cuando más a gusto se encontraba, de nuevo le propinó fuerte encontronazo, de la que salió maltratado, para en las postrimerías de labor, cuando entraba a matar, se viera de nuevo comprometido en terrenos de bajos de presidencia. Su rostro de dolor reflejaba el esfuerzo realizado.
Oficio el que demostró el tachirense Jesús Enrique Colombo (en la foto), quien sorteó la papeleta con gracilidad. En el capote, fácil se le vio y luego en la muleta, con rodaje también, llevándole tapado de tela las aviesas intenciones del eral. En un descuido recibió un pitonazo en las partes nobles, y de allí en adelante su trasteo perdió intensidad. Un espadazo caído le hizo merecedor de una oreja.
Lagravere despachó el cuarto, en medio de los anuncios ya señalados. Estuvo decoroso, donde en varios momentos sufrió los rigores de animales más aptos para un festival con matadores, que un espectáculo para niños toreros.
Al final, el público asistente no sabía si expresar enojo por no terminar de ver en los restantes novillos los demás niños toreros en sus segundas lidias, o haber rogado que no haya pasado de fuertes contusiones un espectáculo que a más de una y uno hirió, sentimentalmente hablando.
Ficha del festejo
Plaza de Toros Monumental “César Girón” de San Cristóbal.
XLV Feria de San Sebastián 2010.
Viernes 29 de enero.
Todo era confusión. Por un lado había niños llorando en el tendido, por el otro, en el callejón se preguntaban muchos por qué desde un principio se pautó el festejo con erales a muerte y por qué se dio el festejo con novillos casi como para un festival con matadores. Ante ellos, la terna de niños actuantes se vio desbordada por momentos, no colaborando así mismo en labores de peonaje la cuadrilla de subalternos actuantes.
Durante la lidia del cuarto novillo, desde lo alto del tendido se escuchaba, por parte de uno de los miembros de la Comisión Taurina, la suspensión del festejo. Minutos antes se había acordado que al resto de los novillos no se les daría muerte en el ruedo.
Lo cierto de la situación es que el debut en Venezuela del fenómeno publicitario Michelito Lagravere ha quedado truncado por la dificultad y asperezas de los utreros de la ganadería de Rancho Grande que se trajeron al espectáculo.
La expectación era evidente. Muchos padres y madres llevaron sus niños para ver un espectáculo donde la ingenuidad y cualidades de tres niños de sobrado valor harían en el ruedo. Pero otro fue el panorama que se encontraron, sobre todo cuando durante la lidia del niño peruano Andrés Roca Rey, hasta en tres ocasiones, se vio en zozobra y volteado con fuerza por un astado que poco a poco desarrolló complicaciones.
Previamente, Lagravere había despachado el primero de la noche, donde, vestido de charro, lanceó y pasó de capa y muleta con sobrado oficio el eral. Le pasaportó con brevedad y a sus manos una oreja.
Andrés Roca Rey se las tuvo que ver con un eral que siempre le tuvo a merced. Lo hizo al realizar quite en los medios, siendo volteado espectacularmente, volviendo de nuevo a la cara del toro, tras varios minutos de atenciones en las proximidades de tablas.
Cuando pasaba de muleta, el astado que le cortaba viaje por el derecho, cuando más a gusto se encontraba, de nuevo le propinó fuerte encontronazo, de la que salió maltratado, para en las postrimerías de labor, cuando entraba a matar, se viera de nuevo comprometido en terrenos de bajos de presidencia. Su rostro de dolor reflejaba el esfuerzo realizado.
Oficio el que demostró el tachirense Jesús Enrique Colombo (en la foto), quien sorteó la papeleta con gracilidad. En el capote, fácil se le vio y luego en la muleta, con rodaje también, llevándole tapado de tela las aviesas intenciones del eral. En un descuido recibió un pitonazo en las partes nobles, y de allí en adelante su trasteo perdió intensidad. Un espadazo caído le hizo merecedor de una oreja.
Lagravere despachó el cuarto, en medio de los anuncios ya señalados. Estuvo decoroso, donde en varios momentos sufrió los rigores de animales más aptos para un festival con matadores, que un espectáculo para niños toreros.
Al final, el público asistente no sabía si expresar enojo por no terminar de ver en los restantes novillos los demás niños toreros en sus segundas lidias, o haber rogado que no haya pasado de fuertes contusiones un espectáculo que a más de una y uno hirió, sentimentalmente hablando.
Ficha del festejo
Plaza de Toros Monumental “César Girón” de San Cristóbal.
XLV Feria de San Sebastián 2010.
Viernes 29 de enero.
Festival a beneficio de la Escuela Taurina de San Cristóbal.
Con poco más de un cuarto de plaza (aproximadamente 5 mil personas) se han lidiado cuatro erales de Rancho Grande (Hugo Domingo Molina), fuertes, más aptos para un festival de toreros y novilleros profesionales, en su conjunto complicados.
Michelito Lagravere, Vestido de charro: Una oreja y palmas
Andrés Roca Rey, Vestido de corto: Vuelta al ruedo tras varias volteretas en el único que estoqueó
Jesús Enrique Colombo, Vestido de corto: Una oreja en el único que despachó
Incidencias: Festejo suspendido tras finalizar la lidia del cuarto astado por orden del Comité de Protección de los Derechos del Niño y del Adolescente, y por orden de la Comisión Taurina de San Cristóbal.
Con poco más de un cuarto de plaza (aproximadamente 5 mil personas) se han lidiado cuatro erales de Rancho Grande (Hugo Domingo Molina), fuertes, más aptos para un festival de toreros y novilleros profesionales, en su conjunto complicados.
Michelito Lagravere, Vestido de charro: Una oreja y palmas
Andrés Roca Rey, Vestido de corto: Vuelta al ruedo tras varias volteretas en el único que estoqueó
Jesús Enrique Colombo, Vestido de corto: Una oreja en el único que despachó
Incidencias: Festejo suspendido tras finalizar la lidia del cuarto astado por orden del Comité de Protección de los Derechos del Niño y del Adolescente, y por orden de la Comisión Taurina de San Cristóbal.
*** Actuación censurable de la cuadrilla que en momentos puntuales se inhibió de evitar celo de los novillos cuando los niños toreros eran prendidos o volteados