“Sorprendido ante la indiferencia de los directamente
afectados”
Por: Rodrigo Cósser Coronel
A modo de paréntesis, ya que la mayoría de los
aficionados anda
con la cabeza en la Feria del Señor de los Milagros pasada, hago un
comentario acerca de un acontecimiento que ha marcado (a mi modo de ver) un
serio revés a la Fiesta de los Toros del
Perú:
la demolición hace poco tiempo de la Plaza de Toros
de Concepción, en Junín.
Y viene a colación
el comentario, ya que he venido oyendo opiniones
de propios taurinos donde señalan que la Plaza de Toros de Concepción no
significaba mucho en la Fiesta Taurina Nacional y esto se lo achacan a su poco
aforo, poca afición de la población de Concepción, etc., etc., y ante estas
opiniones debo decir lo siguiente: es cierto que la capacidad de la plaza no
era mucha (alrededor de 2500 espectadores); pero he sido
testigo que
empresarios, como
los Matadores de
Toros Rafael
Puga y
Gabriel Tizón o el
Sr. Sebastián
Velásquez, con mucho esfuerzo y sobre todo con mucha AFICIÓN han sido
capaces de montar espectáculos dignos y formales, apelando a fórmulas creativas
para poder siquiera recuperar sus inversiones. En cuanto a la afición de los concepcioninos,
sé de boca de los propios pobladores su pesar acerca de la decisión de
las autoridades
de prohibir las corridas de toros y aún más de la demolición de su plaza. Es
“vox populi” que dichas determinaciones obedecen más a figuretismo y
a pago de favores políticos por parte del impresentable alcalde de Concepción.
Concepción, era una
de las plazas con mayor tradición y sabor en la región central del Perú, ya que
desde su inauguración, hacen más
de cincuenta años, con
una ceremonia apadrinada por el Matador de Toros Rafael Puga Castro han
hecho el paseíllo sobre
sus arenas casi
todos los toreros nacionales como Adolfo Rojas “El Nene”, Miguel
López “Trujillano”, Isidoro Morales, Paco Céspedes (padre), Rafael Puga Castro, Daniel Palomino, Fernando Alvarez, Juan “El cholo” Urquizo,
Carlos Suárez, Pablo
Salas, Paco Céspedes (hijo), Fernando Roca Rey, Alfonso Simpson, Milagros Sánchez y
Fernando Villavicencio. La memoria es frágil y seguramente se me olvidan
algunos nombres importantes, ruego mil disculpas. En esta plaza también actuó como
becerrista Juan Carlos Cubas y un
jovencísimo Andrés Roca Rey que puso la plaza a vibrar con sus innatas
condiciones para
el toreo. Además
que era la Plaza que abría la temporada taurina en el centro del país y era
vitrina para los toreros ya que luego vendrían los contratos para Huancayo (28
de julio), Sicaya (04 de agosto), Palca (1er domingo de agosto), Orcotuna y Apata (08
de setiembre), etc.
También podemos
mencionar la participación empresarial del Dr. Rafael Puga Estrada, la de Manolo Aguirre,
Rafael Puga Castro, Gabriel Tizón y Sebastián Velásquez, siendo éste último
quien dio la última corrida con un cartel conformado por el español Sergio
Ferrer “El Ferri” y el nacional Fernando Villavicencio, el viernes 09 de julio del año 2010, resultando triunfador
Villavicencio.
Por lo enumerado
anteriormente, ¿a alguien le cabe duda de la importancia histórica de esta
plaza?, ¿no tiene tradición ni solera?, los taurinos hemos perdido y hay que
reconocerlo. Todo
lo que se haga o se diga ahora es “a toro pasado”, la Histórica Plaza de Toros Concepción, es sólo
un recuerdo.
La demolición de la
plaza de Concepción se suma a la desaparición de las plazas de toros de Tarma,
Jauja y Huancayo, todas éstas cerradas por motivos diferentes y
todas ubicadas en la región Junín. Y lo que llama profundamente mi atención es
la indiferencia que han mostrado los directos afectados;
ninguna unión o sindicato de toreros se ha pronunciado. Creo que los médicos
protestarían si se cerrara un hospital, o los comerciantes harían
lo propio si se demuele algún mercado.
La Plaza de Toros
de Concepción murió como vivió; humilde, silente, sin aspavientos; pero digna y
con esa elegancia que le dieron su peculiar arquitectura y sus años. Sólo queda
la esperanza que algún día vuelvan los toros a Concepción así
sea en una plaza portátil y poder nuevamente disfrutar de su clima, su comida y
su gente; porque afición hay de sobra.