El torero Juan José Padilla triunfa y convence en su emotiva reaparición
El torero Juan José Padilla logró dos orejas en la tarde de su reaparición, emotiva y clamorosa, demostrando que, como ya hicieron otros diestros, se puede torear con un solo ojo.
El matador de toros Juan José Padilla ha cortado hoy dos orejas y salido a hombros en la emotiva tarde de su reaparición tras la cornada que sufrió el 7 de octubre de 2011 en Zaragoza, en la que perdió un ojo. Su regreso ha sido en la Feria Taurina de Olivenza (Badajoz), donde ha recibido intensas ovaciones del público que ha llenado la plaza. EFE
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Olivenza (Badajoz), EFE 4 de marzo de 2012
El diestro español perdió el ojo izquierdo por la cornada que recibió hace cinco meses en una corrida en Zaragoza (centro de España), que a punto estuvo de matarle y que le destrozó también el rostro.
Su regreso estuvo marcado por la espectación. Desde hace varios días la plaza de toros de Olivenza (Badajoz, oeste de España) colgó el cartel de "no hay billetes" y numerosos periodistas de distintos países, muchos de ellos sin tradición taurina, acudieron al coso para dar cobertura a lo que muchos consideran una heroicidad y otros una temeridad.
Tal era la presencia periodística que ni la Guardia Civil pudo evitar que se retrasase el paseíllo, debido al ingente número de fotógrafos y cámaras de televisión que querían captar el momento de volver a pisar el albero, acompañado por una estruendosa ovación.
También su vuelta al ruedo, tras lograr las dos orejas, la hizo entre docenas de fotógrafos y arropado por un público al que puso en pie poniendo banderillas y al que arrancó clamorosos aplausos.
Tenía que haberlo acompañado el diestro José María Manzanares, que también consiguió dos orejas, pero quiso dejar la exclusiva del triunfo a Padilla.
"Fuerza Padilla" fue su lema durante su recuperación. Prometió que el miedo no le iba a restar torería y la cornada sólo se le notó en el parche con el que cubre su ojo y en las cicatrices en el lado izquierdo de la cara.
En su primer todo se arriesgó arriesgándose en demasía y se metió entre los pitones del animal. Al segundo, que brindó al cirujano que le atendió en la plaza de Zaragoza y al que le trató de las secuelas en el rostro, los recibió con dos espeluznantes cambiadas rodilla en tierra para seguir por chicuelinas ante el clamor de un público entregado.
Padilla brindó un toro a su padre, quien se había desplomado al suelo del callejón afectado por una acusada bajada de tensión, por la que tuvo que ser atendido en la enfermería.
Cuajó una de sus mejores y más emotiva tarde de toros enmarcado por un fandango que le dedicó un premiado cantaor que se encontraba entre el público.
Los dos compañeros de terna, José María Manzanares y Morante de la Puebla le brindaron sendos toros. Padilla ha vuelto, "sin querer dar pena" -ha insistido- y con la intención de quedarse.