Dio dos aclamadas vueltas al ruedo
PRENSA ANDRES ROCA REY
Sólo el fallo con el descabello le privó de una
Puerta Grande ganada a ley sobre el albero.
Al primero de su lote, Roca Rey lo saludó muy
templado a la verónica ganando terreno para rematar con una bonita media. Puso
al novillo en suerte con el capote a la espalda, para después ejecutar un
ceñido quite por gaoneras y caleserinas que hizo vibrar al respetable. Tras
brindar al público, el limeño comenzó su faena de muleta con estatuarios en los
medios sin mover un ápice de su cuerpo. Grandes series a derechas, con temple,
mando y ligazón, para después ejecutar poderosos naturales frente a la
embestida de Barrilito. Se acabó el de El Paraíso y Roca Rey acortó distancias
para exprimir al máximo al jabonero. Sólo el fallo con el descabello privó al
limeño de tocar pelo, aunque recibió el calor del público en una clamorosa
vuelta al ruedo.
Tampoco pudo tocar pelo tras pasaportar al
quinto del envío, pues el descabello volvió a cruzarse en el camino. A pesar de
ello, Roca Rey derrochó valor y firmeza frente a Agresivo, que hizo honor a su
nombre, llegando a voltear al espada peruano. Lejos de arrugarse, el limeño se
sobrepuso y a base de poderío, verdad, agallas y cabeza fría, se dejó llegar
los pitones del astado hasta la taleguilla en un arrimón que puso los pelos de
punta a los espectadores al coso de Medellín. El comienzo de faena con dos
pases cambiados fue espectacular, como también lo fue el calor que recibió del
respetable en otra vuelta al ruedo en la que Roca Rey percibió que su toreo y
su personalidad habían dejado sello en la ciudad de Medellín.
FICHA DEL FESTEJO:
Plaza de Toros de Medellín (Colombia). Primer
festejo de la Feria de la Macarena.
Con un tercio de entrada se lidiaron reses de
El Paraíso, bien presentados y de juego desigual. El tercero premiado con la
vuelta al ruedo. Primero, segundo, cuarto y sexto, con opciones. El quinto,
peligroso.
Santiago Sánchez Mejías: vuelta al ruedo y
silencio.
ANDRÉS ROCA REY: vuelta al ruedo y vuelta al
ruedo.
Juan de Castilla: dos orejas y silencio.