La dura historia de Sebastián Castillo, el
maletilla que llegó a España con 50 euros
El joven novillero de doble nacionalidad
Venezolana y Peruana, Sebastian Castillo, hijo del novillero don Victoriano Castillo conocido
como “EL PITI”, hermano del banderillero Victoriano Castillo Asto conocido como
“Covich”, a causado noticia en España tras su última presentación en Ciudad
Rodrigo, se espera su inclusión en las novilladas picadas que merecidamente se
las está ganando, no solo en España sino también en el Perú, compartimos la nota que se ha publicado hace
unos días en la agencia EFE.
El joven venezolano va de capea en capea con
un capote y una muleta que le regaló José Tomás
El joven venezolano Sebastián
Castillo se ha
erigido en uno de los pocos maletillas que mantiene viva esta figura taurina,
que vaga de finca en finca en busca de alguna oportunidad que lo alce a figura
del toreo, con la única ayuda de un capote y una muleta que le regaló José
Tomás.
El maletilla, lejos de enrolarse a las
escuelas taurinas, prefiere vivir entre el romanticismo y la marginalidad,
buscando un estilo propio y recorriendo aquellas poblaciones en fiesta, como ha
ocurrido del 5 al 9 de febrero pasados en Ciudad Rodrigo (Salamanca), donde los
capas siempre tienen una oportunidad en las capeas.
Y este año ha sido el turno de Sebastián
Castillo, de 28 años de edad y natural de San Cristóbal
(Venezuela), que se ha colado en el corazón del público de Ciudad Rodrigo con
sus bellos naturales a morlacos cuatreños de reconocido trapío, no sin algún
que otro revolcón.
Sebastián Castillo llegó hace ocho años a
España para convertirse en torero, se bajó en Barajas «con
un billete de 50 euros» y
allí empezó la «lucha por la vida», ya que ni siquiera tenía los papeles en
regla, lo que le imposibilitaba para lidiar una novillada, informa Efe.
«Estuve cinco años sin torear, ya que no
tenía papeles, trabajaba
por 500 euros todo el día en una sidrería de Gijón, donde no me
hacían contrato», relata este joven romántico, cuya afición taurina le viene de
su padre, que fue novillero con caballos.
Tras lograr un contrato de trabajo y ahorrar
para un vestido de luces oro y perla que se compró con el dinero que le quedaba
después de enviarle 100 euros a su madre todos
los meses, la oportunidad le llegaría en La Iglesuela (Toledo).
«Un banderillero de Madrid que me vio de capa en el Carnaval de
Ciudad Rodrigo de 2012 me preguntó si estaba preparado para matar una novillada
y, por supuesto, le mentí y le dije que sí», explica el maleta.
El Lazarillo del toro
Fue un septiembre triunfal, ya que tras
desorejar a los novillos de La Iglesuela, toreó dos novilladas más el fin de
semana siguiente en el pueblo de al lado, Real de San Vicente.
Y a partir de ahí, decide que su sitio para
llegar a ser figura estaba en la provincia de Sevilla. «No sabía ni siquiera
dónde estaban las ganaderías, no tengo coche y mi único objetivo era hacer
la tapia en todos
los tentaderos que pudiera», narra este particular Lazarillo del toro, que se
las ingenia cada día para sobrevivir.
«Para llegar a las tientas salía sobre las
dos de la madrugada haciendoautostop y llegaba a las ganaderías reventado»,
reconoce Sebastián Castillo,
que se siente muy agradecido del trato que recibe, sobre todo de la ganadera
sevillana Aurora Algarra.
Su insistencia lo lleva a lidiar cuatro
novilladas en el año 2013 en Madrid y Albacete, aunque el 2014 lo pasó en el
dique seco, sin torear nada. «Y, mientras tanto, tenía que comer, por lo que
decidí rifar lo poco que tenía, un capote y una muleta que me había regalado José Tomás»,
explica Castillo.
DEBUT CON CABALLOS
Tuvo suerte de recaudar con la rifa 2.000
euros y más aún
cuando el que tenía la papeleta agraciada decidió devolverle los trastos y no
cobrarse el premio.
Sebastián, lejos del abatimiento tras recorrer
la piel de toro con sus trastos, se siente afortunado, ya que en 2015 logró
participar en tres festejos celebrados en las provincias de Zamora y Toledo,
por lo que ya tiene las diez novilladas reglamentarias para debutar con caballos.
Y éste es su reto, a pesar de las penurias,
como las pasadas en Ciudad Rodrigo, donde los aplausos del respetable por el
día le daban el abrigo necesario para seguir durmiendo al raso.
«Creo que me he ganado a pulso estar anunciado el próximo año en las
novilladas con picadores de Ciudad Rodrigo, ¿verdad?», concluye el maletilla,
que tiene que pasar la capa por las plazas donde acude para llevarse un algo a
la boca.