jueves, 12 de julio de 2018

LA PRENSA LO DICE Y LA AFICIÓN LO ACLAMA A ANDRES ROCA REY


La locomotora Roca Rey arrolla en Pamplona: tres orejas para el peruano en una floja corrida de Cuvillo
Extracto de la crónica publicada por Navarra, donde dan cuenta de la extraordinaria actuación de nuestro compatriota Andrés Roca Rey. 
Navarra.com Ignacio Murillo
Llegó Roca Rey para arrollar y arrasar en Pamplona. Tres orejas, que por el público pudieron ser cuatro. El peruano regresaba a Pamplona después de la cogida del año pasado, que le dejó sin triunfo y le robó una tarde del calendario de San Fermín. 
Ahora, antes del compromiso del día 13 con Padilla y Cayetano, Roca Rey llegaba dispuesto y decidido a demostrar sin ambages que él es el que llena las plazas hoy en día y, lo más importante, por qué las llena. 
Valor, técnica, una personalidad arrolladora que conecta con el público al instante, una figura torera y frágil que se expone ante los pitones como si fuera a ser partida en dos en cualquiera de las embestidas, mientras él, impasible, se pasa al toro como un malabarista juega con una pelota
Roca Rey tuvo ante sí dos toros nobles de Núñez del Cuvillo, aunque ambos carecieron del motor necesario para haber engrandecido aún más sus faenas.
Fue mejor, sin duda, el segundo de su lote, con el que cuajó una faena más completa y provocó una verdadera revolución en los tendidos. Hasta las peñas guardaron silencio y prestaron atención en sus dos toros.
Roca Rey mandó en la plaza desde los primeros compases al recibir al toro, muestró un repertorio de quites con el capote y manejó la lidia, con la orden de no picar mucho a sus toros. 
Los quería vivos, con movimiento, peligrosos. Y en la muleta mutó , aún más, en un funambulista que cruza por una cuerda a metros de altitud y sin red. Es el valor. La ausencia total de miedo o temor, mientras en los tendidos crece la tensión. 
Expuso de rodillas, se pasó a los toros por la espalda, aunque no hubiera sitio, y bajó la mano para fundir los pases y someter al toro. 
Roca Rey no cuajó su mejor tarde, pero aún así cortó tres orejas entre el extásis del público pamplonés